“El hombre que ha anticipado la llegada de los problemas sufre dos veces.” — Séneca
Una nueva era llega en 2025. Lleva gestándose un tiempo pero creo que este año que entra se va a terminar de instaurar la IA en nuestro día a día (si no lo ha hecho ya).
Existe mucha incertidumbre respecto a cómo va a afectar a la fuerza de trabajo y esto ha generado mucho miedo entre nosotros. Miedo a perder el trabajo, miedo a no encontrar otro, miedo a no poder dedicarnos a lo que nos gusta, miedo a perder nuestra identidad…
Aquí hay distintas cosas a tratar. Ya en otro artículo hablé sobre como lidiar con la incertidumbre pero en esta ocasión voy a usar la situación actual de la industria para ejemplificar cómo podemos, en un momento de aparente crisis existencial, aprovechar la situación a nuestro favor.
Vista desde arriba
Lo primero es contextualizar la situación. ¿Qué es la IA? Es simplemente una tecnología. Históricamente, la tecnología ha sido un instrumento de liberación humana; deberíamos ver a la IA como algo que nos va a liberar de multitud de tareas para centrarnos en otras que sí que requieran la atención humana. Y si con esto llegan trabajos que se quedan obsoletos, es algo bueno y me explico.
Nos estaríamos acercando al concepto real de democracia, donde la gente es libre para votar sin ningún tipo de coacción. El tema que tendríamos que estar debatiendo es qué hacemos ante la escasez de trabajo para no matarnos entre nosotros. Suenan por ahí campanas de Renta mínima universal. Muchos de los grandes pensadores del pasado lo eran porque no tenían que preocuparse de trabajar. Se podían dedicar a lo que les interesaba.
El día que consigamos esto, la humanidad vivirá otra época dorada de pensadores y avanzaremos.
Amor fati
La connotación negativa que tiene la IA se la estamos poniendo nosotros. Epicteto decía que “No son las cosas que nos pasan las que nos hacen sufrir, sino lo que nosotros nos decimos sobre esas cosa”. Dicho de otra manera, tenemos dos opciones a la hora de encarar el tema: o negamos la mayor y hacemos boicot o aceptamos que es otra tecnología más e intentamos sacarle provecho.
Momentos cómo este son los que nos ponen a prueba. Son los que nos exigen estar a la altura. Un cambio de paradigma en el que hay que amoldarse para continuar. Si el Universo nos ha puesto esta prueba delante, saquemos el coraje para afrontarla de la mejor manera posible. Para esto trabajamos nuestra filosofía de vida.
Dicotomia de control
Lo que ocurra con la IA no depende de nosotros. El cómo se desarrollen los acontecimientos no depende de nosotros, solo el cómo reaccionamos a lo que vaya viniendo. Por eso (y teniendo presente lo comentado hasta ahora) solo nos queda dedicarnos a aprender cómo sacar partido de esta nueva tecnología, aplicarlo en nuestros flujos de trabajo y diseñar nuevos casos de uso que aporten valor al usuario en los que la IA pueda intervenir de alguna forma.
Premeditatio malorum
Dicho todo lo anterior, aún nos queda pensar en el peor escenario posible: quedar fuera del mercado laboral. Aunque se me torna algo muy complicado que pase, al menos a corto-medio plazo.
Por poner números totalmente inventados, supongamos que el uso de la IA hace que un ingeniero adquiera un x3 de productividad. Mucha gente diría rápidamente que esto significaría que el empresario de turno terminaría despidiendo a un tercio de la plantilla ya que un solo ingeniero hace el trabajo de tres… Pero no. ¿Qué empresa no querría ver si producción multiplicarse x3? Si echara a un tercio de la plantilla después de que sus empleados obtuvieran ese x3 de productividad, su fuerza de trabajo sería la misma que antes de incorporar la IA como herramienta de desarrollo. Lo más lógico es quedarse con la misma gente y llevarse “de gratis” ese multiplicador. Obviamente, habrá gente que no se termine de adaptar y no consigan seguir el ritmo de los ingenieros+IA; esa es precisamente la gente que verá su trabajo amenazado pero no es distinto de la que siempre ha pasado en la industria. Los ingenieros que sean más productivos serán los que quieren las empresas, es solo que la vara de medir ha subido algún que otro peldaño.
Y si aún así terminamos fuera, no nos quedará otra que trabajar en cualquier otro sector. Contextualizando este problema, no es algo de vida o muerte. Igual podría ser el momento de dedicarnos a otra cosa que nos guste, montar un negocio o a saber… Eso ya queda en el tejado de cada uno. De nuevo, el destino nos pondría una prueba delante, hagámoslo lo mejor que podamos.
En este caso he aplicado cuatro de las técnicas que los estoicos nos dejaron en su legado. Para mí estas son las básicas e intento pensar en ellas en cada situación que se me plantea en mi día a día. Puede parecer que es mucho pensar pero con la práctica, el cerebro termina por cablearse para que estos razonamientos sean más inmediatos.
Practicad.